Sospechar que nuestro hijo es adicto supone una circunstancia difícil y dolorosa. La adicción es una enfermedad bien identificada, pero no siempre se corresponde con lo que parece a primera vista. No podemos, ni debemos, asignar la condición de adicto a nuestro hijo porque haya consumido alcohol o drogas. Cierto es que lo ideal sería que no lo hiciesen, pero a veces esto resulta prácticamente imposible. La mejor forma de prevenir una adicción en nuestro hijo es ocupándonos del cuidado emocional y afectivo de este. Trate de hablar con su hijo a menudo. Muestre interés por sus problemas y no se limite, por ejemplo, a decirle "las drogas son malas" o "me enfadaré si fumas marihuana". Evidentemente, la edad de nuestro hijo determinará la mejor forma de abordar esa situación.


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Hablando de adicción y de hijos adolescentes, estamos asistiendo a un cambio en el patrón adictivo en los últimos años. Así como el consumo de alcohol o marihuana han provocado históricamente las adicciones más frecuentes entre los jóvenes, las adicciones tecnológicas están aumentando a pasos agigantados. Por ejemplo, la  adicción a las apuestas deportivas, la adicción a los vídeo juegos o la adicción al móvil, representan hoy en día la mayor fuente de conductas adictivas entre los jóvenes adolescentes.


La adicción en la familia

Aceptar una adicción en el seno familiar no es sencillo. Menos aún si el adicto es nuestro hijo. En un primer momento lo más probable es que nos lo neguemos, o que nos sintamos culpables. En términos generales, tendemos a pensar que las adicciones siempre ocurren en otras familias. Sentimos haber fallado en su educación o bien que la culpa es de las amistades o la pareja. Como un mecanismo de autodefensa emocional nos resistimos a pensar que nuestro hijo es adicto. Por otro lado, es muy habitual entender la adicción como una falta de fuerza de voluntad, como un vicio, o como algo pasajero. En realidad no sabemos muy bien cómo actuar, y generalmente nos bloqueamos.

Entonces, ¿qué hacemos ante una supuesta adicción de nuestro hijo?

Ser adicto supone una condición patológica de bastante trascendencia. No podemos generalizar. En el aspecto más práctico posible, lo primero que hay que hacer es no alarmarse. A continuación, lo mejor será intentar hablar con nuestro hijo acerca de lo que nos está preocupando. Si su hijo padece adicción, probablemente lo niegue en un primer momento. No insista, tal vez no sea el momento adecuado. Espere el momento oportuno para hablar de ello. En el caso de que reconozca el problema, lo más recomendable será acudir a un especialista en adicciones para que valore la gravedad del problema.


Señales para detectar si mi hijo es adicto

Lo cierto es que existen señales que apuntan a una alta probabilidad de que nuestro hijo sea adicto. O al menos, de que esté teniendo un consumo problemático si se trata de alcohol o drogas.

En cualquier caso, estas son algunas de las señales más características que nos indican que nuestro hijo es adicto:

- Cambios bruscos en su comportamiento.

- Bajo rendimiento académico o laboral.

- Cambio súbito de sus amistades.

- Comunicación familiar inexistente o interrumpida.

- Solicita dinero con frecuencia y con fines no justificables.

- Ciclo de sueño alterado (se acuesta muy tarde, se levanta tarde).

- Abandono de actividades saludables de ocio (deporte, lectura, aficiones).

- Problemas legales como denuncias, multas de tráfico, peleas, o incluso tráfico de drogas.


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Cumplir con alguno o varios de estos puntos no equivale a padecer adicción. Para saber si tu hijo es adicto y en que magnitud, debes acudir a un profesional cualificado para poder averiguarlo. Un psicólogo especialista en adicciones puede indicarte los pasos a seguir para llevar a cabo el tratamiento más adecuado para resolver una adicción.